La misión de la movilidad es, facilitar a todos el desplazamiento por el territorio mediante medios de transporte eficientes, seguros y equitativos.
Sin embargo, debido al uso del vehículo particular, propulsado por un motor de combustión intensivo en consumo de carburantes de origen fósil (y en generar emisiones contaminantes y ruido).
La movilidad urbana se ha convertido con el paso de los años en un problema.
La transición hacia modos de transporte más sostenibles progresa todavía muy despacio.
Hoy, el carro particular continúa siendo nuestro medio de movilidad preferido, hasta el punto que el 43% de los kilómetros recorridos en el mundo son kilómetros en auto.
Sólo en Europa como ejemplo, de cada cuatro desplazamientos, tres se hacen en vehículo privado.
El 50 % de los desplazamientos en ciudad cubren distancias de menos de cinco kilómetros, por lo que es necesario reorientar la movilidad urbana hacia modos de transporte más sostenibles, bajos en carbono, más activos y saludables.
Lo que nos permitirá estar a la altura de los retos socioambientales de este siglo, plasmados en documentos estratégicos de futuro a escala internacional como, por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas: proteger el clima, la salud, el medio ambiente, el bienestar colectivo, la equidad, la economía del bien común; en definitiva, una movilidad mas inclusiva.
Urgencia climática
En este contexto, se plantea ya una urgencia climática. El calentamiento de la Tierra es un desafío mundial, pero el modo en que organizamos nuestra movilidad, confiando sobre todo en el auto particular, impide a la Unión Europea y a sus países miembros emplearse a fondo para alcanzar los objetivos fijados.
Mientras que algunos sectores como la agricultura y la industria han reducido de manera significativa sus emisiones de efecto invernadero, el sector del transporte ha registrado un incremento del 30 % desde 1990.
En las ciudades, concretamente, una cuarta parte de estas emisiones procede de este sector, principalmente del tráfico por carretera.
Urgencia sanitaria
Estamos también ante una urgencia sanitaria. La elevada proporción de los vehículos diésel en el parque móvil encierra una amenaza para la calidad de vida y el medio ambiente. En los centros urbanos, la mala calidad del aire pone en peligro la salud de sus habitantes.
Hasta que las grandes ciudades no cesen de palpitar al compás de sus propios picos de contaminación, nos tendremos que resignar a aceptar una cifra anual de mas 400.000 muertes prematuras atribuibles a los efectos de las partículas finas emitidas por los vehículos diésel, que en Europa representan el 55 % del parque de vehículos.
No podemos esperar más: de acuerdo con los pronósticos de las Naciones Unidas, en 2050 la contaminación será la principal causa de mortalidad en Europa.
El elevado consumo de energías fósiles en los transportes es otra cosa importante para el balance energético de los estados miembros de la Unión Europea y una hipoteca para su independencia energética.
Evitar el índice de accidentalidad
No hay que olvidar tampoco la urgencia de la accidentalidad. El actual modelo de movilidad urbana conlleva un riesgo permanente para la integridad física de los propios usuarios. El 38% de las muertes en accidentes de tráfico se producen en el medio urbano.
Si queremos mantener el esfuerzo en materia de seguridad vial e inclinar a la baja estas preocupantes cifras estadísticas, debemos diversificar los modos del transporte en las ciudades, promoviendo mas desplazamientos a pie, en bicicleta, en transporte público y en coche compartidos, reduciendo también los límites de velocidad.
En relación a los accidentes de tráfico, indicar también que un porcentaje que varía entre países europeos –situado alrededor del 50% del total– se producen en el entorno laboral, en los desplazamientos llamados in itinere (desde el domicilio al trabajo y viceversa) y en misión, si bien estos últimos sí están regulados y se incorporan en las evaluaciones de riesgos laborales.
Movilidad eléctrica o electromovilidad en el transporte público
Para alcanzar estos objetivos, debe darse prioridad, a los planes de movilidad eléctrica, a modos de transporte limpios como los buses y teleféricos urbanos (todos eléctricos), bicicletas y vehículos compartidos;
Los estados y autoridades locales deben disponer de planes de movilidad urbana sostenible que incorporen a las nuevas formas de desplazamiento en las ciudades a los vehículos de movilidad personal.
Que incorporen medidas de electrificación para las flotas publicas y privadas; incorporar a gestores de movilidad en estos ámbitos para que gestionen la movilidad cotidiana, al trabajo, a los centros educativos de diferentes niveles, a los centros de ocio, comerciales, hospitalarios, etc.
Y hay que integrar los planes de movilidad sostenible y de desplazamiento al trabajo en una estrategia más amplia de desarrollo territorial o urbano sostenible.
Se debe alentar a las autoridades a que, en el marco de estos planes, sitúen a los ciudadanos en el centro de las políticas de movilidad y les ofrezcan la posibilidad de ser consultados antes, durante y después de su adopción. Estos planes son también un medio para promover acciones en favor de los objetivos de la Unión en materia de reducción de emisiones de efecto invernadero, de contaminación acústica, de reducción de accidentes y de reducción de las exclusiones sociales relacionadas con la movilidad.
Fuente| Agenda Publica
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